Cada pedacito de acerrín y ese olor a madera me entibian el corazón,
me vuelvo mágicamente alegría en tus eternos brazos.
Tenés las manos curtidas de tanto trabajo
los músculos rebosantes,
y aumentada tu preciosa sensibilidad.
Esos ojos de luna llena sobre el prado, son míos,
en cada despertar, en cada beso,
en cada sonrisa de lejos diciendo "hasta luego".
Esta forma de pasión que encarno a tu lado es completamente de tu propiedad, como cada centimetro de la tierra que trabajás, lo mereces todo y un poco más.
* Cada día te despertás
Te amo del crepúsculo al amanecer.
Nchi.
(con la gripe al hombro)
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