El ojo más sensible a la perfección tras un lente. El corazón presuroso y más proclive a las oleadas de la vida.
Tal vez volví a ser yo.
*No querés enseñarme a trepar la luna?
Podrás entrenar cada centimetro, cada fibra...
Pero este corazón es inentrenable, indomable, incierto, pero constante, alocado, profundo, volador, enamoradizo... Es un corazón raro, como su dueña.
Nchi. (pa´ventisquero, y quizás cuando vuelva encuentre otra realidad)
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